Bien pues, para evitar recaer en entradas inútiles en los que suelto todos los problemas que me aquejan en mi interesantísima vida interior, pondré aquí los principales personajes de rol que he jugado, estoy jugando o jugaré, para disfrute de todas vuestras mercedes. Comencemos con un simpático y alegre mago que llevé hasta hace mas o menos medio año, durante aproximadamente medio año. La ambientación no pertenece a ningún juego concreto, ha sido creada desde cero por mi máster, basándose eso sí en al sistema de D&D.
Biografía
Inicios
Larín nació en el seno de una familia rural, campestre y dedicada enteramente al campo, en una aldea al noroeste de Steamweadle, Alstaddle. Su padre, Yren, un gnomo bonachón, simpático y de constitución bastante ancha,
No era precisamente así, pero la única imagen que me gustaba.
era apreciado por todas las personas del pueblo. Cualquier habitante que se encontrase con él se paraba un momento para mantener una corta conversación de cualquier cosa y siempre que alguien tenia un problema acudían a el en busca de ayuda. Su madre Hilda, una responsable y cuidadosa ama de casa y excelente cocinera, era muy parecida a su marido. Era muy afable con las vecinas, organizaba reuniones de vecinos en su casa y compartía recetas con mucha gente del pueblo. No le importaba hacerse cargo de los hijos de sus compañeras, y tampoco ayudarlas en la limpieza de la casa si se terciaba. Tanto Yren como Hilda era muy apreciados, en el pueblo, y todo el mundo les lloró amargamente cuando se marcharon.
Larín, como es de esperar, creció feliz y rodeado de un clima bastante tranquilo. Jugaba con los hijos de sus vecinos, ayudaba a su madre en casa y a su padre en el campo. Recibió una buena educación y creció siendo responsable y con espíritu de trabajo. Siempre fue un chico curioso, y no le importaba pasarse horas y horas observando el comportamiento de un animal, hacer salidas al bosque para encontrar nuevos insectos o plantas, el funcionamiento de las máquinas para el campo o el crecimiento de las hortalizas que sembraba su padre. Aunque pronto se cansó de los caminos, juegos y rutina campestre de siempre. Necesitaba algo nuevo, algo interesante que hacer.
Un buen día, por el pueblo pasaba un viajero errante, que seguramente hacía un alto en el camino antes de llegar a la capital. Pronto se ganó la atención de los niños y de gran parte de los habitantes de Alstaddle con espectaculares juegos de pirotecnia y llamas. Larín quedo impresionado de la puesta en escena de este misterioso viajero y no dudó en pedirle que le enseñase el mecanismo de todo eso. Lo único que recibió por respuesta, junto con una pícara sonrisa fue: ‘Magia, pequeñín’. Por aquel entonces, Larín era demasiado pequeño como para saber algo de la magia y sus formas de manifestación, por lo que supuso que esa frase sería una excusa para alejar a niños curiosos. Todo esto cambió cuando por casualidad, estando de visita en la consulta de Gebble, el curandero del pueblo, vio un volumen muy ancho, tapizado en negro con detalles en dorado titulado Historia de la Magia: El Anillo de Academias. Tras descubrir entre las páginas de ese libro todo lo que le quedaba por ver fuera, y de que los trucos de ese extraño viajero no eran petardos corrientes, el pequeño gnomo tomó la decisión de seguir el camino de la magia.
La Magia y la vida independiente
Conforme seguía leyendo sobre la magia y todas sus formas, más se iba sorprendiendo. Una de las cosas que le sorprendió enormemente y que consideraba totalmente injusto fue la existencia de los llamados astronatos, personas, que por las condiciones que regían su nacimiento, recibían de forma inherente poderes arcanos y que por lo tanto podían controlar la magia de forma innata.
Cuando cumplió la edad pertinente y tan pronto como pudo entonces, cogió lo necesario, se despidió de sus padres y vecinos y se marchó rumbo hacia Steamweadle, dispuesto a formarse como un futuro magus. Sus padres tuvieron que hacer enormes esfuerzos para poder proporcionarle una educación mágica en una de las nueve Escuelas del Anillo. Él eligió la Escuela de la Ilusión, en parte por que era en la que, en su opinión, se usaba la magia de forma más sutil, eficaz y original y le parecía, además, un desafío. Y por supuesto, adoraba los desafíos.
Larín llegó a la capital rebosante de ilusión y proyectos. El primer hechizo que dominó fue el de Convocación de Familiar, mediante el cual conoció al que sería primero, su único y verdadero compañero en sus primeros años de aprendiz y luego su acompañante durante innumerables aventuras, su camaleón Kleon. Quedó fascinado muy pronto por la magnificencia de la Mageögestisch-Biblotesk, la gran biblioteca de magia e historia que luego sería su segunda casa y que recogía el saber de edades enteras. Pero no todo fue de color de rosa. Los inicios de Larín como estudiante de la Escuela de la Ilusión no fueron como él esperaba. Era todo mucho más duro de lo que creía, y al principio le costaba bastante desarrollar los espejismos más básicos. No tardo en sobrevenirle un desasosiego bastante grande. De repente se encontraba rodeado de gente que creía que un gnomo ‘de pueblo’ como él nunca llegaría a nada. A esta situación se la añadió otro factor, la presencia de Eldalas, un elfo que iba unos cursos por delante de él y que se encargó personalmente de hacerle la vida todo lo imposible que pudiera de cualquier forma: humillaciones públicas, destrozo de trabajos, burlas de su ascendencia rural… Su arrogancia y altanería era palpable a pies de distancia. En los duelos no se limitaba a ganar de forma reglamentaria, si podía humillar a su adversario con trampas y juego sucio, de todas las formas posibles mucho mejor. Se podría decir, que gracias a esto se empezó a gestar un pequeño ‘odio’ inconsciente, justificado o no, hacia la raza élfica en general. Todo este cúmulo de coincidencias hizo que se replantease seriamente su decisión de dedicarse a la magia. Pero esto fue un estado pasajero, que tocó a su fin en una visita a la Escuela del Archimago Darandan, regente mágico de Steamweadle, que dio un pequeño discurso para las nuevas generaciones de magos. Se le quedaron grabadas ciertas palabras, que le hicieron cambiar el punto de vista:
A diferencia de los astronatos, que nacen con el don del dominio de la magia inherente a ellos, los magos tenemos que labrarnos un futuro como personalidades mágicas. Y queridos aprendices, no es nada fácil. Se necesita disciplina y trabajo duro. Todo el mundo que esté aquí por pasar el rato, y creo que hablo en nombre de todos vuestros Maestros, puede marcharse ahora mismo. No renunciéis a este privilegio por dos fracasos y cuatro conjuros mal hechos. Un mago no puede ser una persona débil, de nosotros dependen muchas cosas. Quién se considere débil que se dedique a la escultura hoquei, que está muy de moda últimamente…’
Esto, junto con las incesantes ganas de humillar de la forma más implacable posible a Eldalas, hizo que todo se tornara más optimista. Larín no tardó en destacar como alumno, sobre todo en Alquimia y las Pruebas de Duelo. Sus trabajos eran totalmente impecables y los Maestros comenzaron a elogiarle por su envidiable espíritu de trabajo. A partir de ese momento, el estudio de la magia ocupó en su vida un escalafón de mucha importancia. Tras años de intenso, duro y continuo esfuerzo se graduó con honores como ‘Magus Kopperfillick’ de la Escuela de Ilusionismo.
La misma noche de la ceremonia de investidura, Larín notó que su familiar no estaba. Lo llamó de todas las formas posibles pero no aparecía. Tras buscar por toda la Escuela se empezó a preocupar bastante, ya que no era normal que Kleon desapareciese de esa manera y no respondiese a los llamamientos. Tras recorrer las dos últimas plantas de la torre de la Escuela llegó al Observatorio de la clase de Astrología y se encontró con un panorama que aún a día de hoy le impresiona al recordarlo. Eldalas y dos compañeros más estaban de espaldas a la puerta, inclinados sobre una mesa riéndose a carcajadas. En cuanto le sintieron entrar se dieron la vuelta, y tan solo con una siniestra sonrisa, Eldalas le mostró el entretenido pasatiempo con el que se divertían. El familiar de Larín, Kleon, estaba sujeto a la mesa por una atadura mágica y parecía totalmente exhausto. Tenía magulladuras por todo el cuerpo y parecía había renunciado a resistirse hace tiempo. Preso de una rabia inaudita, Larín increpó a Eldalas y comenzó a mover las manos de forma violenta. De sus palmas salieron despedidos numerosos tentáculos de sombra que se dirigieron hacia el esbelto cuerpo del elfo. Eldalas, con un simple contraconjuro neutralizó los tentáculos y haciendo un ademán a sus compañeros para que no intervinieran se preparó para el contraataque. Susurró unas cuantas palabras, y la imagen del elfo empezó a desdoblarse. En poco tiempo, la sala estaba llena de Eldalas que formaban un coro de carcajadas. Larín sabía el funcionamiento del conjuro de imagen múltiple, y por tanto no perdió el tiempo. Cogió uno de los reactivos para limpiar la maquinaria del telescopio y lo lanzó al aire. Con una simple y firme fórmula, lo hizo estallar, creando una llovizna del líquido por toda la habitación. Solo uno de los ‘Eldalas’ se mojó verdaderamente la túnica, en los demás, el reactivo simplemente los atravesaba. La retahíla de maldiciones y amenazas que empezó a proferir Eldalas por haberle manchado la túnica ribeteada en dorado dio tiempo a Larín para reaccionar. Moviendo las manos nuevamente y concentrando toda su rabia en ese nuevo conjuro, liberó toda la energía acumulada en forma de un cono de luces de colores que llenaron toda la habitación. Eldalas no tuvo tiempo de reaccionar, y el conjuro le dio de pleno. Tanto él como sus compañeros, cayeron inconscientes al suelo. Tras esto, se dirigió rápidamente a liberar a su familiar. Antes de salir de la habitación, se acordó del multidisolvente alquímico que le mandaron hacer como proyecto y se le ocurrió la original idea de utilizarlo. Vertió unas gotitas en las cuidadas melenas de los tres elfos y en sus túnicas. Lo primero que vería Eldalas a la mañana siguiente sería un coro de risas de alumnos y Maestros que por ‘casualidad’ le encontrarían en el Observatorio calvo y medio desnudo.
Vida como mago formado
Tras recibir la túnica y la vara propias de un Magus reconocido, Larín, pasó varios meses de ciudad en ciudad antes de volver a Steamweadle. Lo primero que hizo fue regresar a Alstaddle para ver a sus padres y estar con ellos una temporada. La magia facilitó muchos las tareas que antes les eran tan costosas a los tres, y no tardó en ser admirado por todo el pueblo. Divertía a los niños que se acercaban a él con ocurrentes espejismos y juegos ópticos, recordándole la escena del misterioso viajero con los fuegos artificiales. Un pequeño gnomo de ojos azules y pelo oscuro se le acercó, ansioso de saber como hacía todo eso. Las únicas palabras que le vinieron a la cabeza fueron: ‘Magia, pequeñín’.
Tras salir del pueblo, Larín recorrió casi en su totalidad la región de Koble y parte del extranjero. Amplió sus conocimientos en alquimia de la férrea mano del Maestro Heber, antes consejero de grandes personalidades del Anillo de Academias. Hizo méritos en la lucha contra los kobolds salvajes de la frontera de Koble e hizo interesantes avances en la investigación de nuevos reactivos de energía negativa. Perfeccionó su propio sistema de medición astrológica, así como los instrumentos necesarios para ello.
Cuando volvió a Steamweadle, entró como escriba en la Mageögestisch-Biblotesk. No tardó, por méritos, en convertirse en consejero del mismo Quirín Darandan, quién le nombró también Maestre Escriba y para quién hizo las veces de diplomático en las relaciones con representantes de las demás razas. Fue entonces cuando conoció a Wilbur , el caótico hijo adoptivo de Darandan y principal heredero del archimago.
Desaparición del Blaugeste y la búsqueda de Wilbur
Cuando el joven astronato Wilbur se dio a la fuga, nadie se sorprendió realmente, pero las consecuencias de sus actos sí que molestaron a su padre adoptivo, Quirín Darandan, pues consigo Wilbur se había llevado la legítima herencia familiar, un zafiro del tamaño de un puño humano conocido como el Blaugeste. Darandan comprendió que hacía tiempo que Wilbur era mayor de edad en el aspecto físico, y que una aventura serviría para pulir el carácter impulsivo de su hijo, pero sentía pavor por lo que le pudiese pasar al Blaugeste. Por ello encargó a su más leal discípulo, el mago gnomo Larín Kopperlick que por favor fuera a recuperar la joya familiar y que le dijera a Wilbur que si algún día quería heredarla debería volver al hogar tras terminar sus aventuras, demostrando su madurez y valía. Pero cuando Larín alcanzó a Wilbur era tarde. En su primera «aventura» al lado del cazarecompensas humano conocido como Argos, un gnomo y un semiorco ya le habían robado la Blaugeste al hechicero prácticamente frente a sus narices. Larín sabía que no podía volver a la Mageögestisch-Biblotesk con las manos vacías sin que el maestro Darandan sufriera un colapso por las noticias, así que decidió acompañar a Wilbur en su nueva y obligada aventura por recuperar la Blaugeste, y contrató los servicios de Argos para alcanzar a los ladrones y recueprar la joya. Las últimas pesquisas les llevaron a atravesar el Desierto de Azyakir para llegar a Nicra, la capital de Zwelit, nación de los Regresados.
A pesar de haber recuperado el Blaugeste, Larín, hasta día de hoy, con 227 años, sigue al ‘cuidado’ de Wilbur (en parte por altruísmo, en parte por devoción a su maestro) vigilando sus imprudencias por todo el mundo de Iskemar, acompañado del cazarrecompensas Argos, el Ejecutor enano Thônor Martillotormentoso y el sacerdote élfico Iryas, que de algún modo u otro, le ayudan en su empresa de mantener al inquieto aprendiz con vida.
Conjuros
Larín, al haberse criado practicamente como mago en la Gran Biblioteca de Magia, la Mageögestisch-Biblotesk, tiene un conocimiento bastante extenso de conjuros de todo tipo. Aunque domina fórmulas de la mayoría de las ramas mágicas (menos de la Escuela Prohibida), siempre ha preferido y preferirá alterar y modificar la realidad a su antojo con conjuros de Ilusionismo. Le encanta la magia, ya que dominarla era su principal meta en la vida, por lo que no le molesta usar conjuros de forma cotidiana. Algunos lo llaman imprudente o temerario, ya que se expone continuamente a fracasos mágicos, pero el ve la magia como la recompensa de una dura vida de trabajo y sacrificio, y para nada piensa dejarla que caiga en desuso. Cada vez que alguien le critica por ello suele responder con el mismo argumento:
La magia es una maquinaria compleja, y si se deja de utilizar se oxida y corrompe hasta no quedar nada más que restos inservibles
Aspiraciones
Ahora, el ser un mago formado y competente no es suficiente para Larín. Ahora mismo, su principal objetivo es que la gente tenga una razón para considerarle alguien importante dentro de los círculos mágicos. En resumen, quiere llegar a ser un futuro Archimago o Alto-Magus de la Escuela de la Ilusión. Su mayor proyecto sería poder participar en uno de los legendarios Cónclaves del Anillo y en un futuro llegar a ser una autoridad mágica respetable.
La Batalla de la Zeras’Oldara
Tras una larga temporada de tensiones, el Anillo de Academias decidió por fin atacar implacablemente la Zeras’Oldara, la odiada Escuela de Nigromancia para teminar con el problema de una vez por todas. Y al igual que a los estudiantes y Maestros que residían allí, el ataque pilló por sorpresa tanto a Larín como a sus compañeros, cuyos pasos les habían llevado allí para obtener directrices sobre su viaje. La ciudad flotante de Laenexión se posicionó encima de la Escuela y de ella comenzaron a emanar regimientos enteros de Jinetes Arcanos, que descendían vertiginosamente hacia los patios de la Zeras’Oldara. Pronto, la Guardia de la Guadaña de Ónice, los guerreros personales de la Escuela comenzaron a formar en los patios para plantar cara al ataque del Anillo. Al estar atrapados dentro de la estructura principal de la Escuela sin ninguna aparente vía de escape, Larín y sus compañeros se vieron forzados a presentar batalla. Wilbur, debido a la emoción del momento no pudo reprimirse y se lanzó volando a por los Jinetes Arcanos conjurando ráfagas de bolas de fuego. Larín, como ya había hecho otras veces, le siguió a la batalla aérea con el fin de pararle los pies. Tras varias órdenes ignoradas, Larín vio como la figura de Wilbur salía disparada atravesando los muros de la Zeras’Oldara debido a un mazazo asestado por un jinete que había sobrevivido a una de sus bolas de fuego. En un ataque de rabia, Larín conjuró una onda sónica que barrió a varios Jinetes Arcanos, entre ellos al enano que había matado a Wilbur. Tras regresar dentro de la Escuela con los demás, y ver que Iryas no podía hacer nada por él, intentaron buscar una vía de escape. Mientras decidían, una gigantesca tromba de agua derribó las puertas principales y arrasó todo el primer piso. Un elemental de agua había conseguido entrar y destruir todo a su paso. Argos, Thônor e Yryas consiguiron esquivarla, pero Larín fue arrastrado por la corriente. Tras varios intentos de sus compañeros por salvarle, al final Larín fue sumergido a los pisos inferiores de la Zeras’Oldara, donde luego sus compañeros encontrarían su maltrecho cuerpo.